Existe una tendencia actual a pensar que el reconocimiento psicotécnico, o la propia renovación en sí de la licencia de conducción, es un trámite innecesario, carente de finalidad y una carga económica más para el conductor; una tendencia motivada en parte por la mala praxis que en ocasiones se ha observado en algunos centros. Y también, incluso, una búsqueda por parte de muchos conductores de un centro de reconocimientos "fácil", en el que nos den el dictamen de aptitud sin haber realizado un mínimo de pruebas que garanticen nuestra capacidad.
Desde nuestro punto de vista, consideramos reprochable ambos enfoques, tanto el del conductor que no quiere ser explorado, como el del centro que no quiere explorar; son actitudes que no sólo no ayudan a reducir el riesgo vial, sino que contribuyen a crear esa opinión de que el psicotécnico es un engorroso y oneroso trámite sin sentido, y no un servicio a la seguridad vial, como lo son la ITV o la obligatoriedad continua de mantener nuestro vehículo en condiciones de seguridad (neumáticos en buen estado, uso de cinturones, luces en buen estado, etc).
Realizar una correcta valoración periódica de la capacidad médica y psicotécnica para conducir es de importancia crítica, y no sólo por las obvias consecuencias para la seguridad vial, sino también médica, dado que en muchas ocasiones se pueden detectar patologías que, gracias a su diagnóstico precoz, podemos tratar y prevenir sus consecuencias, y no sólo hablamos de la famosa hipertensión arterial, que tal vez sea la detección más común.
Mediante una evaluación somera del campo visual periférico podemos detectar un glaucoma de ángulo abierto (una patología indolora pero que evoluciona dañando el nervio óptico hasta provocar ceguera completa), o una simple miopía que podemos corregir con lentes. Puede parecer estrambótico, pero las patologías que cursan con pérdida lenta y progresiva de la capacidad visual, pueden pasar mucho tiempo inadvertidas, porque la persona se acostumbra y no lo percibe como una limitación hasta que alguna situación lo pone en evidencia.
Mediante una exploración neurológica somera, tal como una exploración de la movilidad del globo ocular, un test de Romberg o las pruebas psicotécnicas, podemos detectar (y, gracias a ello, ralentizar) la evolución de patologías neurológicas degenerativas tales como el Parkinson, la encefalopatía de Wernicke o el deterioro secundario a hipotiroidismo, por poner sólo unos ejemplos.
También debemos tener claro que es realmente raro que un conductor habitual se encuentre súbitamente con un psicotécnico con resultado de "no apto". Una gran parte de las deficiencias que encontramos en una evaluación psicotécnica, pueden ser subsanadas mediante restricciones (uso de gafas, audífonos, ciertos tipos de adaptaciones en el vehículo, etc). Y también que cualquier médico o psicólogo va a tener en cuenta la posibilidad de que el conductor pueda cometer fallos durante las pruebas propiamente psicotécnicas por estar nervioso: no tema, en caso de duda se pueden repetir las pruebas, ¡no es el examen final de una oposición!
A medida que vemos noticias de sucesos en prensa, cada vez tenemos más presente que los CRCs (centros de reconocimientos de conductores) tienen una fuerte responsabilidad moral (y cada vez más claramente legal) en prevenir los accidentes de circulación motivados por un problema del conductor, y es por ello que debemos hacer énfasis en evitar una valoración negligente de un conductor.
Intentar evitar una exploración psicotécnica es una actitud similar al tópico del avestruz que mete la cabeza en el hoyo para así creer que no existe peligro. Un conductor es el primer interesado en saber si existe alguna patología que afecte a su capacidad de conducción, y máxime si además esa patología se puede tratar o ralentizar.
Por todo ello, consideramos que es su derecho como conductor, exigir que la tarifa que Vd. abona al realizar un reconocimiento no sea sólo para pegar su fotografía en un psicotécnico con resultado de "Apto", sino para certificar de un modo real que Vd. puede conducir sin suponer un riesgo para sí, para su familia y para el resto de los usuarios de la vía pública. Usted abona un precio por una evaluación sanitaria, no por un papeleo. No se conforme con menos.
Desde nuestro punto de vista, consideramos reprochable ambos enfoques, tanto el del conductor que no quiere ser explorado, como el del centro que no quiere explorar; son actitudes que no sólo no ayudan a reducir el riesgo vial, sino que contribuyen a crear esa opinión de que el psicotécnico es un engorroso y oneroso trámite sin sentido, y no un servicio a la seguridad vial, como lo son la ITV o la obligatoriedad continua de mantener nuestro vehículo en condiciones de seguridad (neumáticos en buen estado, uso de cinturones, luces en buen estado, etc).
Realizar una correcta valoración periódica de la capacidad médica y psicotécnica para conducir es de importancia crítica, y no sólo por las obvias consecuencias para la seguridad vial, sino también médica, dado que en muchas ocasiones se pueden detectar patologías que, gracias a su diagnóstico precoz, podemos tratar y prevenir sus consecuencias, y no sólo hablamos de la famosa hipertensión arterial, que tal vez sea la detección más común.
Mediante una evaluación somera del campo visual periférico podemos detectar un glaucoma de ángulo abierto (una patología indolora pero que evoluciona dañando el nervio óptico hasta provocar ceguera completa), o una simple miopía que podemos corregir con lentes. Puede parecer estrambótico, pero las patologías que cursan con pérdida lenta y progresiva de la capacidad visual, pueden pasar mucho tiempo inadvertidas, porque la persona se acostumbra y no lo percibe como una limitación hasta que alguna situación lo pone en evidencia.
Mediante una exploración neurológica somera, tal como una exploración de la movilidad del globo ocular, un test de Romberg o las pruebas psicotécnicas, podemos detectar (y, gracias a ello, ralentizar) la evolución de patologías neurológicas degenerativas tales como el Parkinson, la encefalopatía de Wernicke o el deterioro secundario a hipotiroidismo, por poner sólo unos ejemplos.
También debemos tener claro que es realmente raro que un conductor habitual se encuentre súbitamente con un psicotécnico con resultado de "no apto". Una gran parte de las deficiencias que encontramos en una evaluación psicotécnica, pueden ser subsanadas mediante restricciones (uso de gafas, audífonos, ciertos tipos de adaptaciones en el vehículo, etc). Y también que cualquier médico o psicólogo va a tener en cuenta la posibilidad de que el conductor pueda cometer fallos durante las pruebas propiamente psicotécnicas por estar nervioso: no tema, en caso de duda se pueden repetir las pruebas, ¡no es el examen final de una oposición!
A medida que vemos noticias de sucesos en prensa, cada vez tenemos más presente que los CRCs (centros de reconocimientos de conductores) tienen una fuerte responsabilidad moral (y cada vez más claramente legal) en prevenir los accidentes de circulación motivados por un problema del conductor, y es por ello que debemos hacer énfasis en evitar una valoración negligente de un conductor.
Intentar evitar una exploración psicotécnica es una actitud similar al tópico del avestruz que mete la cabeza en el hoyo para así creer que no existe peligro. Un conductor es el primer interesado en saber si existe alguna patología que afecte a su capacidad de conducción, y máxime si además esa patología se puede tratar o ralentizar.
Por todo ello, consideramos que es su derecho como conductor, exigir que la tarifa que Vd. abona al realizar un reconocimiento no sea sólo para pegar su fotografía en un psicotécnico con resultado de "Apto", sino para certificar de un modo real que Vd. puede conducir sin suponer un riesgo para sí, para su familia y para el resto de los usuarios de la vía pública. Usted abona un precio por una evaluación sanitaria, no por un papeleo. No se conforme con menos.