A continuación les exponemos un resumen de cuál es nuestro protocolo de actuación ante un niño que podría precisar de apoyo en la Unidad de Atención Infantil:
El niño acude a nuestro centro, por observación de algún dato de alarma por parte de sus padres, o bien por consejo de su pediatra o profesores de su escuela. Síntomas de alarma tales como:
- Llanto atípico, por exceso o por defecto.
- Bajo nivel de actividad.
- Tono muscular excesivo o ausente, o alteraciones o retraso en adquisiciones motrices.
- Alteraciones o retraso en el desarrollo de las habilidades verbales.
- Incapacidad de calmarse en el llanto.
- Ausencia o debilidad de los reflejos.
- Tipo de movimientos: actividad, asimetrías de tono y reflejos.
- Ausencia o exceso de respuesta ante diversos estímulos: visuales, sonoros, movimientos, etc.
También pueden requerir una valoración como protocolo, antes aún de haber presentado síntomas de alarma, si cumple ciertas condiciones de especial riesgo para trastornos del desarrollo. Algunos de los más frecuentes son:
- Prematuridad o bajo peso al nacer.
- Recién nacido con ventilación mecánica.
- Hiperbilirrubinemia, ictericia neonatal patológica o incluso kernicterus neonatal.
- Convulsiones neonatales.
- Daño cerebral, hidrocefalia, etc.
- Meningitis, Encefalitis neonatal, Infecciones congénitas, etc.
- Malformaciones del Sistema Nervioso Central.
- Neuro-metabolopatías congénitas.
- Cromosopatías y otros Síndromes genéticos dismórficos.
- Hijo de madre con patología mental y/o infecciones y/o drogas que pueden afectar al feto.
- Recién nacido con hermano con patología neurológica no aclarada.
En todo caso, ante la solicitud por parte de los padres de una valoración inicial del niño, y si efectivamente se concluye que es candidato a recibir estimulación temprana, se procede a una evaluación multidisciplinar del niño: Durante los siguientes días, el niño será valorado en una o varias sesiones para cada uno de los especialistas implicados, cada uno valorando en su competencia, dónde va a precisar más apoyo:
- La logopeda para valorar sus capacidades de comunicación a través del lenguaje, así como otras funciones del aparato bucal, tales como la deglución, masticación, control del babeo, etc...
- El fisioterapeuta valorará el tono muscular del niño, la movilidad articular y la estabilidad.
- La terapeuta ocupacional valorará las habilidades psicomotrices, su grado de independencia y las ayudas técnicas que podría precisar.
- La psicóloga evolutiva realizará una evaluación del desarrollo global del niño, emocional, social, congnitivo y conductual.
- La neuropsicóloga, los distintos déficits congnitivos y el grado de desarrollo de las competencias intelectuales del niño.
- El pediatra, en caso de ser requerido, estudiará la posible patología orgánica asociada (metabolopatías, déficits nutricionales, etc).
- El otorrinolaringólogo (ORL), en caso de ser requerido, nos comprobará la existencia de trastornos estructurales que dificulten la fonación, la respiración o la audición del niño.
En muchos casos, un aparente déficit de un área (por ejemplo lenguaje), puede acompañarse de otros déficits que pueden pasar más inadvertidos. Por ello la valoración multidisciplinar inicial del niño en todas sus capacidades resulta fundamental.
Tras la valoración inicial, el equipo se reúne para elaborar un plan de apoyo individualizado para cada niño, con sesiones de estimulación con los especialistas que el niño requiera, según las áreas en que se haya detectado que precisa de un mayor apoyo.
Después se expone el informe y el plan de apoyo a los padres o tutores del niño, de manera que resulte algo factible y que por supuesto beneficie al niño para su pleno desarrollo y reduciendo al máximo la posibilidad de déficits a largo plazo que pudiesen derivarse de una atención insuficiente.
En nuestra opinión, una valoración parcial o incompleta del niño puede llevar a equívocos en el diagnóstico, y a tratamientos que pasen por alto disciplinas menos obvias pero en las que el niño también precise apoyo.
- Llanto atípico, por exceso o por defecto.
- Bajo nivel de actividad.
- Tono muscular excesivo o ausente, o alteraciones o retraso en adquisiciones motrices.
- Alteraciones o retraso en el desarrollo de las habilidades verbales.
- Incapacidad de calmarse en el llanto.
- Ausencia o debilidad de los reflejos.
- Tipo de movimientos: actividad, asimetrías de tono y reflejos.
- Ausencia o exceso de respuesta ante diversos estímulos: visuales, sonoros, movimientos, etc.
También pueden requerir una valoración como protocolo, antes aún de haber presentado síntomas de alarma, si cumple ciertas condiciones de especial riesgo para trastornos del desarrollo. Algunos de los más frecuentes son:
- Prematuridad o bajo peso al nacer.
- Recién nacido con ventilación mecánica.
- Hiperbilirrubinemia, ictericia neonatal patológica o incluso kernicterus neonatal.
- Convulsiones neonatales.
- Daño cerebral, hidrocefalia, etc.
- Meningitis, Encefalitis neonatal, Infecciones congénitas, etc.
- Malformaciones del Sistema Nervioso Central.
- Neuro-metabolopatías congénitas.
- Cromosopatías y otros Síndromes genéticos dismórficos.
- Hijo de madre con patología mental y/o infecciones y/o drogas que pueden afectar al feto.
- Recién nacido con hermano con patología neurológica no aclarada.
En todo caso, ante la solicitud por parte de los padres de una valoración inicial del niño, y si efectivamente se concluye que es candidato a recibir estimulación temprana, se procede a una evaluación multidisciplinar del niño: Durante los siguientes días, el niño será valorado en una o varias sesiones para cada uno de los especialistas implicados, cada uno valorando en su competencia, dónde va a precisar más apoyo:
- La logopeda para valorar sus capacidades de comunicación a través del lenguaje, así como otras funciones del aparato bucal, tales como la deglución, masticación, control del babeo, etc...
- El fisioterapeuta valorará el tono muscular del niño, la movilidad articular y la estabilidad.
- La terapeuta ocupacional valorará las habilidades psicomotrices, su grado de independencia y las ayudas técnicas que podría precisar.
- La psicóloga evolutiva realizará una evaluación del desarrollo global del niño, emocional, social, congnitivo y conductual.
- La neuropsicóloga, los distintos déficits congnitivos y el grado de desarrollo de las competencias intelectuales del niño.
- El pediatra, en caso de ser requerido, estudiará la posible patología orgánica asociada (metabolopatías, déficits nutricionales, etc).
- El otorrinolaringólogo (ORL), en caso de ser requerido, nos comprobará la existencia de trastornos estructurales que dificulten la fonación, la respiración o la audición del niño.
En muchos casos, un aparente déficit de un área (por ejemplo lenguaje), puede acompañarse de otros déficits que pueden pasar más inadvertidos. Por ello la valoración multidisciplinar inicial del niño en todas sus capacidades resulta fundamental.
Tras la valoración inicial, el equipo se reúne para elaborar un plan de apoyo individualizado para cada niño, con sesiones de estimulación con los especialistas que el niño requiera, según las áreas en que se haya detectado que precisa de un mayor apoyo.
Después se expone el informe y el plan de apoyo a los padres o tutores del niño, de manera que resulte algo factible y que por supuesto beneficie al niño para su pleno desarrollo y reduciendo al máximo la posibilidad de déficits a largo plazo que pudiesen derivarse de una atención insuficiente.
En nuestra opinión, una valoración parcial o incompleta del niño puede llevar a equívocos en el diagnóstico, y a tratamientos que pasen por alto disciplinas menos obvias pero en las que el niño también precise apoyo.
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