lunes, 14 de octubre de 2013

Funciones ejecutivas del cerebro: la torre de control

Cecilia Otero Dadín
Neuropsicóloga

Recientemente hablábamos de cómo estimular nuestro cerebro (aquí), y algunas de las estrategias recomendadas estaban dirigidas a fortalecer nuestras funciones ejecutivas. ¿Pero qué son las funciones ejecutivas?

Para entender mejor su funcionamiento, utilizaremos la metáfora de la “torre de control”. En los aeropuertos, la torre de control es el centro desde el que se organiza todo el tráfico aéreo y terrestre de un aeropuerto. Se trata de una labor inmensamente compleja, puesto que son muchos los aviones que circulan, y las condiciones que pueden afectar a dicho tráfico, tales como las condiciones atmosféricas. Por ello, el control de mando debe organizar, planificar, predecir, supervisar, flexibilizar y coordinar todo lo relacionado con el tráfico y las condiciones externas.


En el ser humano, la torre de control se encuentra en los lóbulos frontales de nuestro cerebro. Desde este centro se dirige la atención hacia información relevante desechando la irrelevante, se atiende a varias cosas a la vez, se organizan las tareas y funciones de nuestro día a día, se planifica y se supervisa con el fin de revisar los resultados y cambiar la acción siempre que las condiciones lo requieran, se inhiben las respuestas o acciones desadaptativas… en definitiva, se controla la ejecución global.



Cuando las funciones ejecutivas no cumplen su función, el resultado es una acción poco adaptada al medio y a las circunstancias, excesiva rigidez o incapacidad para cambiar la acción en función de las demandas externas, desinhibición o incapacidad para controlar las conductas inadecuadas y desorganización.

¿Qué es lo que lleva a un fallo en las funciones ejecutivas? Diversas causas:


  • Lesiones cerebrales: ictus, traumatismo cranoencefálico y tumores.

  • Trastornos del desarrollo: autismo, trastorno por déficit de atención y/o hiperactividad, trastornos del aprendizaje, retraso mental.

  • Trastornos asociados al consumo de sustancias: alcohol, cocaína.

  • Trastornos asociados al envejecimiento: Alzheimer, Enfermedad de Pick, Demencia Frontal, Demencia Vascular.

¿Cuándo debemos sospechar que algo no va bien en relación al funcionamiento ejecutivo?

  • En niños: Cuando a pesar de utilizar normas de disciplina regulares y un entorno estructurado, el niño no es capaz de regular su conducta, es impulsivo verbal y/o conductualmente, tiene reacciones desmesuradas, no repara en las consecuencias de su conducta, tiene problemas de relación social, pierde u olvida objetos constantemente, y/o presenta fracaso escolar. 

  • En adultos: Cambios repentinos de humor, desorganización en las actividades de la vida diaria, olvidos frecuentes, descuido de la higiene personal y del hogar, despreocupación por la imagen física, comportamientos obsesivos, impulsividad y/o agresividad.

En estos casos es conveniente consultar a un profesional para detectar una posible disfunción ejecutiva, determinar las causas e intervenir sobre la misma. Si bien un paciente con problemas ejecutivos puede parecer independiente por no presentar problemas graves de movimiento, lenguaje o memoria, su nivel de desorganización en algún momento afectará a su calidad de vida: “Un paciente con una enfermedad en el lóbulo frontal conservará la capacidad de moverse, utilizar el lenguaje, reconocer objetos e incluso memorizar información. Pero igual que en un ejército sin líder, la cognición se desintegra y finalmente colapsa con la pérdida de los lóbulos frontales.” (Elkhonon Goldberg, El Cerebro Ejecutivo).