jueves, 6 de septiembre de 2012

Medicinas "Alternativas"

Iago López Gálvez
Médico de Familia



    La "democratización" de la información a través de Internet ha tenido y tiene inmensos efectos beneficiosos sobre la difusión del saber y sobre la capacidad de hacer llegar información por parte de cualquier individuo, sin necesitar estar respaldado por un grupo poderoso. Sin embargo, uno de los efectos más negativos probablemente sea, en mi opinión, la facilidad para divulgar información errónea, parcial o en ocasiones deliberadamente fraudulenta.


    Dentro de este aspecto, ha llamado mucho mi atención como médico, en los últimos años, la difusión de "bulos" de diversa consideración con respecto a la salud y, dentro de ellos, un grupo de teorías y remedios con muchos componentes en común:

a) Suelen tener como objetivo un grupo concreto del público.
b) Realizan una descalificación sistemática de todo lo que hace la medicina "oficial"
c) Proponen algún remedio que, por supuesto, no suele ser, ni mucho menos, gratuito, sin necesariamente argumentar el criterio que avala su utilidad o su veracidad. La validez del remedio en cuestión viene dada por el hecho de que es "alternativo", "natural", "holístico" o algún otro adjetivo que, sólo con pronunciarse, ya hace que sea verdadero y útil aquello que se anuncia. (Mención especial merece el calificativo de "cuántico", por personas que ni por asomo saben qué es la física cuántica, o especificar qué diferencias o avances supone ésta con respecto a la física newtoniana o la relativista).


    Vamos a centrarnos en el tercer apartado e intentar desmontar, o al menos aclarar, algunas suposiciones falaces.

- La bondad de las medicinas "alternativas" como oposición a la "tradicional": Deberíamos partir, ya de entrada, de que ser alternativo no tiene por qué ser bueno, sencillamente quiere decir que es distinto. Por ejemplo, un tratamiento alternativo para una neumonía es dar 10 vueltas sobre uno mismo. Es obvio que no va a funcionar, pero es alternativo a un antibiótico. Y en el otro extremo, es justo decir que ser alternativo tampoco convierte a algo en inútil, únicamente distinto.

- ¿Medicina "tradicional"? De nuevo, que algo sea tradicional no lo convierte en malo; pero lo más sorprendente es que a lo que actualmente practicamos los médicos se le llame "medicina tradicional occidental". ¡Afortunadamente, no lo es en absoluto! La medicina, en Occidente, se ha dedicado durante siglos a utilizar tratamientos erróneos como pretender curar la tuberculosis mediante sangrías, por citar el más famoso. Sólo recientemente, a partir del siglo XIX, comenzó lentamente a practicarse una medicina cada vez más apoyada en la ciencia (biología, física, química, estadística) y menos en razonamientos o teorías sin ninguna base científica empírica. Y por ello, a la medicina que practicamos hoy en día la denominamos como medicina científica. La medicina tradicional occidental es la que practicaban Hipócrates y Galeno, con resultados mayoritariamente nefastos.

A día de hoy, para que un tratamiento (no necesariamente un fármaco, puede ser una maniobra de masaje, una intervención quirúrgica, etc) pueda ser aceptado por la comunidad científica, tiene que cumplir ciertas premisas: no sólo tiene que haber una teoría que respalde su mecanismo y su utilidad, también debe demostrar, de modo empírico, que es eficaz; debe demostrar, además, que es seguro y que, en todo caso, los riesgos de utilizarlo nunca deben superar a los del problema que pretende tratar, y también ha de demostrar que aporta algo con respecto a lo que ya existía, ya sea una mayor eficacia o una mayor seguridad.

Por el contrario, muchos otros tratamientos "alternativos" no van a necesitar demostrar su eficacia, al vendedor le bastará con usar una argumentación más o menos sofisticada de su utilidad (recordemos el ejemplo de las famosas pulseras del equilibrio, o las famosas pulseras anti-reuma de hace décadas). La premisa es "si el argumento suena bonito, entonces funciona", pero juzgar la veracidad de un argumento por su belleza es absolutamente ilógico. La teoría de los cuatro elementos de Empédocles y Aristóteles puede tener una gran belleza argumental, pero es falaz de principio a fin, y no hace falta un gran nivel técnico para refutarla.

   Lo que es más curioso es que, hasta hace poco tiempo, hasta el marco legal los envolvía en un limbo que permitía afirmar cualquier tipo de virtud, a menos que se considerase fármaco. Afortunadamente, poco a poco este marco legal va cambiando para evitar la publicidad fraudulenta.

- Lo "natural" es forzosamente bueno, como contraposición a la medicina "artificial". Es uno de los mitos más extendidos, y llama la atención no sólo el uso erróneo de ese razonamiento por definición (muchas sustancias naturales son letales. El extracto de cicuta es completamente natural y a Sócrates no le sentó bien, por no hablar de lo naturales que pueden ser muchas setas del género Amanita, de peligrosidad bien conocida); es además sorprendente la arbitrariedad que el interesado puede utilizar para definir qué es natural y qué no es. ¿Realmente alguien puede considerar natural comprarse un frasco de vitaminas obtenidas por síntesis química, en vez de obtener esas vitaminas de una alimentación equilibrada?

Desde el mismo momento en que me recetan unas cápsulas que contienen extracto de cualquier vegetal, animal o mineral, es absolutamente cuestionable que lo podamos considerar "natural". ¿Cuando salen a caminar por la naturaleza, suelen ver árboles cuyos frutos sean unas cápsulas o unos frasquitos de remedios de nombres rimbombantes? No acabo de imaginármelo.

También deberíamos tener en cuenta que un médico no receta exclusivamente fármacos "artificiales". Una de las pautas más habituales en la medicina de familia para tratar una lumbalgia es prescribir la aplicación de calor local, realizar ciertos ejercicios de estiramiento y añadir un fármaco antiinflamatorio. Podemos considerar, según esa concepción, "artificial" el antiinflamatorio, pero no el calor y los estiramientos.

- "Vegetal" = "Natural". No se equivoque; los animales, vegetales y la mayor parte de los minerales son naturales; no ha sido necesaria la intervención del hombre para su aparición. Ser natural no es una cualidad exclusiva de las plantas.

- ¿Medicina "holística"?: El concepto holístico se suele utilizar para definir el enfoque del paciente en su conjunto, no sólo en parte (no sólo la rodilla que le duele y por la cual viene al médico). Es un concepto completamente correcto, pero es algo que la Medicina Científica, por definición, también realiza. Muchas entidades, desde un síntoma como el mareo a una enfermedad como la diabetes mellitus tipo 2 se consideran de etiología multifactorial y, como tal, se estudian en las facultades de medicina. No es en absoluto extraño que el inico del diagnóstico de una enfermedad general como la diabetes comience por la observación de una patología retiniana, y por supuesto, ningún oftalmólogo en su sano juicio dejará sin advertir a un paciente que tiene rasgos de retinopatía diabética, y precisamente para eso existen los equipos multidisciplinares para tratar ciertas patologías, y también por eso existen médicos con conocimiento multidisciplinar como los médicos de familia y los internistas.

   Que existan médicos especialistas en ciertos grupos de patologías es sólo una consecuencia de la amplitud del saber en ciertas disciplinas. Es técnicamente imposible que una sola persona tenga todo el conocimiento necesario para abarcar todas las disciplinas de la medicina al máximo nivel y sepa realizar todas las técnicas quirúrgicas y manuales que existen. Sería como tener un profesional que fuese simultáneamente policía, bombero, juez, fiscal y forense.

- "Los medicamentos son peligrosos, por eso tienen prospecto". Es una verdad a medias: los medicamentos tienen prospectos por su particular condición legal, para aportar datos sobre su uso, posología y datos de seguridad. Pero si los alimentos precisasen prospectos por ley, el agua estaría obligada a advertir que su consumo excesivo puede producir la muerte por hiponatremia, o que el consumo excesivo de sal de mesa claramente eleva el riesgo cardiovascular; y en los paquetes de habas habría una referencia a una rara pero grave enfermedad por consumo de habas conocida como fabismo. Pero tomar una medida de ese calibre supondría caer en el absurdo, y someter a un miedo innecesario a la población general.

Por ello, el objetivo de este artículo no ha sido desprestigiar a todo aquello que se aparte de la medicina oficial. Sencillamente pretende estimular el sentido crítico del lector para que no le tomen el pelo: no todo lo alternativo funciona. Sólo es distinto, y eso no es ni bueno ni malo, y desde luego, que algo sea alternativo no aporta ninguna información sobre si es o no es útil.