Médico de Familia
La "democratización" de la información a través de Internet ha tenido y
tiene inmensos efectos beneficiosos sobre la difusión del saber y sobre
la capacidad de hacer llegar información por parte de cualquier individuo, sin necesitar estar respaldado por un
grupo poderoso. Sin embargo, uno de los efectos más negativos
probablemente sea, en mi opinión, la facilidad para divulgar información
errónea, parcial o en ocasiones deliberadamente fraudulenta.
Dentro de este aspecto, ha llamado mucho mi atención como médico, en
los últimos años, la difusión de "bulos" de diversa consideración con
respecto a la salud y, dentro de ellos, un grupo de teorías y remedios
con muchos componentes en común:
a) Suelen tener como objetivo un grupo concreto del público.
b) Realizan una descalificación sistemática de todo lo que hace la medicina "oficial"
c)
Proponen algún remedio que, por supuesto, no suele ser, ni mucho menos,
gratuito, sin necesariamente argumentar el criterio que avala su
utilidad o su veracidad. La validez del remedio en cuestión viene dada
por el hecho de que es "alternativo", "natural", "holístico" o algún
otro adjetivo que, sólo con pronunciarse, ya hace que sea verdadero y
útil aquello que se anuncia. (Mención especial merece el calificativo de "cuántico", por personas que ni por asomo saben qué es la física cuántica, o especificar qué diferencias o avances supone ésta con respecto a la física newtoniana o la relativista).
Vamos a centrarnos en el tercer apartado e intentar desmontar, o al menos aclarar, algunas suposiciones falaces.
- La bondad de las medicinas "alternativas" como oposición a la "tradicional":
Deberíamos partir, ya de entrada, de que ser alternativo no tiene por
qué ser bueno, sencillamente quiere decir que es distinto. Por ejemplo,
un tratamiento alternativo para una neumonía es dar 10 vueltas sobre uno
mismo. Es obvio que no va a funcionar, pero es alternativo a un
antibiótico. Y en el otro extremo, es justo decir que ser alternativo
tampoco convierte a algo en inútil, únicamente distinto.
- ¿Medicina "tradicional"?
De nuevo, que algo sea tradicional no lo convierte en malo; pero lo más
sorprendente es que a lo que actualmente practicamos los médicos se le
llame "medicina tradicional occidental". ¡Afortunadamente, no lo es en absoluto! La
medicina, en Occidente, se ha dedicado durante siglos a utilizar
tratamientos erróneos como pretender curar la tuberculosis mediante
sangrías, por citar el más famoso. Sólo recientemente, a partir del
siglo XIX, comenzó lentamente a practicarse una medicina cada vez más
apoyada en la ciencia (biología, física, química, estadística) y menos en razonamientos o teorías sin ninguna
base científica empírica. Y por ello, a la medicina que practicamos hoy en día la denominamos como medicina científica. La medicina tradicional occidental es la que practicaban Hipócrates y Galeno, con resultados mayoritariamente nefastos.
A día de hoy, para que un tratamiento
(no necesariamente un fármaco, puede ser una maniobra de masaje, una
intervención quirúrgica, etc) pueda ser aceptado por la comunidad
científica, tiene que cumplir ciertas premisas: no sólo tiene que haber
una teoría que respalde su mecanismo y su utilidad, también debe demostrar, de modo
empírico, que es eficaz; debe demostrar, además, que es seguro y que, en
todo caso, los riesgos de utilizarlo nunca deben superar a los del
problema que pretende tratar, y también ha de demostrar que aporta algo
con respecto a lo que ya existía, ya sea una mayor eficacia o una mayor
seguridad.
Por el contrario, muchos otros tratamientos
"alternativos" no van a necesitar demostrar su eficacia, al vendedor le
bastará con usar una argumentación más o menos sofisticada de su
utilidad (recordemos el ejemplo de las famosas pulseras del equilibrio, o
las famosas pulseras anti-reuma de hace décadas). La premisa es "si el argumento suena bonito, entonces funciona", pero juzgar la veracidad de un argumento por su belleza es absolutamente ilógico. La teoría de los cuatro elementos de Empédocles y Aristóteles puede tener una gran belleza argumental, pero es falaz de principio a fin, y no hace falta un gran nivel técnico para refutarla.
Lo que es más curioso es que, hasta hace poco tiempo, hasta el marco legal los envolvía en un limbo que permitía afirmar cualquier tipo de virtud, a menos que se considerase fármaco. Afortunadamente, poco a poco este marco legal va cambiando para evitar la publicidad fraudulenta.
Lo que es más curioso es que, hasta hace poco tiempo, hasta el marco legal los envolvía en un limbo que permitía afirmar cualquier tipo de virtud, a menos que se considerase fármaco. Afortunadamente, poco a poco este marco legal va cambiando para evitar la publicidad fraudulenta.
- Lo "natural" es forzosamente bueno, como contraposición a la medicina "artificial".
Es uno de los mitos más extendidos, y llama la atención no sólo el uso
erróneo de ese razonamiento por definición (muchas sustancias naturales
son letales. El extracto de cicuta es completamente natural y a Sócrates
no le sentó bien, por no hablar de lo naturales que pueden ser muchas
setas del género Amanita, de peligrosidad bien conocida); es además
sorprendente la arbitrariedad que el interesado puede utilizar para
definir qué es natural y qué no es. ¿Realmente alguien puede considerar
natural comprarse un frasco de vitaminas obtenidas por síntesis química,
en vez de obtener esas vitaminas de una alimentación equilibrada?
Desde
el mismo momento en que me recetan unas cápsulas que contienen extracto
de cualquier vegetal, animal o mineral, es absolutamente cuestionable
que lo podamos considerar "natural". ¿Cuando salen a caminar por la naturaleza, suelen ver árboles cuyos frutos sean unas cápsulas o unos frasquitos de remedios de nombres rimbombantes? No acabo de imaginármelo.
También deberíamos tener en
cuenta que un médico no receta exclusivamente fármacos "artificiales". Una
de las pautas más habituales en la medicina de familia para tratar una
lumbalgia es prescribir la aplicación de calor local, realizar ciertos
ejercicios de estiramiento y añadir un fármaco antiinflamatorio. Podemos
considerar, según esa concepción, "artificial" el antiinflamatorio, pero no el calor y los
estiramientos.
- "Vegetal" = "Natural". No se equivoque;
los animales, vegetales y la mayor parte de los minerales son naturales;
no ha sido necesaria la intervención del hombre para su aparición. Ser
natural no es una cualidad exclusiva de las plantas.
- ¿Medicina "holística"?:
El concepto holístico se suele utilizar para definir el enfoque del
paciente en su conjunto, no sólo en parte (no sólo la rodilla que le duele y por la cual
viene al médico). Es un concepto completamente correcto, pero es algo que la
Medicina Científica, por definición, también realiza. Muchas entidades, desde un síntoma como el
mareo a una enfermedad como la diabetes mellitus tipo 2 se consideran de
etiología multifactorial y, como tal, se estudian en las facultades de
medicina. No es en absoluto extraño que el inico del diagnóstico de una enfermedad general como la diabetes comience por la observación de una patología retiniana, y por supuesto, ningún oftalmólogo en su sano juicio dejará sin advertir a un paciente que tiene rasgos de retinopatía diabética, y precisamente para eso existen los equipos multidisciplinares para tratar ciertas patologías, y también por eso existen médicos con conocimiento multidisciplinar como los médicos de familia y los internistas.
Que existan médicos especialistas en ciertos grupos de patologías es sólo una consecuencia de la amplitud del saber en ciertas disciplinas. Es técnicamente imposible que una sola persona tenga todo el conocimiento necesario para abarcar todas las disciplinas de la medicina al máximo nivel y sepa realizar todas las técnicas quirúrgicas y manuales que existen. Sería como tener un profesional que fuese simultáneamente policía, bombero, juez, fiscal y forense.
- "Los medicamentos son peligrosos, por eso tienen prospecto".
Es una verdad a medias: los medicamentos tienen prospectos por su
particular condición legal, para aportar datos sobre su uso, posología y
datos de seguridad. Pero si los alimentos precisasen prospectos por
ley, el agua estaría obligada a advertir que su consumo excesivo puede
producir la muerte por hiponatremia, o que el consumo excesivo de sal de
mesa claramente eleva el riesgo cardiovascular; y en los paquetes de
habas habría una referencia a una rara pero grave enfermedad por consumo
de habas conocida como fabismo. Pero tomar una medida de ese calibre
supondría caer en el absurdo, y someter a un miedo innecesario a la población general.
Por ello, el objetivo de este
artículo no ha sido desprestigiar a todo aquello que se aparte de la
medicina oficial. Sencillamente pretende estimular el sentido crítico del lector
para que no le tomen el pelo: no todo lo alternativo funciona. Sólo es
distinto, y eso no es ni bueno ni malo, y desde luego, que algo sea alternativo no aporta ninguna información sobre si
es o no es útil.