Cecilia
Otero Dadín
Neuropsicóloga
Hace
unos días hablábamos de la adaptación al colegio aquí y
cuáles son las reacciones normales durante ese proceso. Este
período
de adaptación suele superarse de modo satisfactorio en un plazo no
superior a dos semanas. Sin embargo, puede ocurrir que, o bien ese
proceso no se complete satisfactoriamente y se desarrollen una serie
de síntomas fóbicos asociados al entorno escolar, o bien que una
vez superada la etapa de adaptación surjan problemas de ansiedad
relacionados con el colegio. Tanto en un caso como en el otro es
necesario diferenciar dos entidades clínicas, con síntomas
parecidos, pero con una etiología
diferente:
la fobia
escolar
y
la ansiedad
de separación.
Por
fobia
escolar
se
entiende un conjunto de síntomas que incluyen un rechazo manifiesto
a la asistencia al colegio, con signos de padecer un miedo irracional
a enfrentarse a esa situación. Entre estos signos se encuentran
mareos, vómitos,
dolor
abdominal, dolor de cabeza, sudoración excesiva y debilidad. Estos
síntomas suelen aparecer cada mañana, justo antes de ir al colegio,
o bien
el
día anterior por la noche, sin embargo, no aparecen en fines de
semana ni festivos. El concepto de fobia implica una reacción
desproporcionada a la situación que desencadena el miedo (en este
caso el colegio), una incapacidad para controlar racional y
voluntariamente el miedo, y una interferencia considerable en el
transcurrir normal de la vida cotidiana. Por mucho que insistamos en
hacer razonar al pequeño sobre su miedo no conseguiremos que este
desaparezca. Entre las causas de que se desarrolle esta fobia se
incluyen problemas con el profesor, por ser este excesivamente
estricto o autoritario, problemas con los compañeros, llegando a
sufrir acoso, o características de personalidad, como excesiva
timidez o déficit de habilidades sociales.
Pero,
en ocasiones, el miedo a asistir al colegio no tiene que ver con
variables directamente asociadas a este, sino con la ansiedad de
separación. El trastorno
de ansiedad por separación
consiste
en una excesiva ansiedad cuando el niño tiene que separarse del
hogar o de las personas hacia las que siente un fuerte apego,
generalmente la madre o el padre. El niño manifiesta de forma
recurrente el miedo a perder a su padre o a su madre, a que les pase
algo malo o a que no vuelvan a verlos. Por ello, se niegan a estar
sin esa persona sea cual sea el entorno (incluso dentro del hogar).
Puesto que el hecho de asistir al colegio es la principal causa de
separación de los progenitores durante la infancia, es probable que
la excesiva ansiedad se asocie al colegio, y no a la propia
separación. Como síntoma frecuente de este trastorno también se
encuentran las pesadillas recurrentes acerca de la separación.
La
ansiedad de separación es normal antes de los dos años de edad. Sin
embargo, a partir de esta edad, cuando los niños empiezan a caminar,
comprenden
que los padres pueden estar fuera de su alcance, pero que regresan.
Además, a esta edad se presenta un deseo de experimentar su propia
autonomía. Si esta ansiedad persiste o se agrava más allá de los
dos años es cuando hay que considerar la posibilidad de que se trate
de un desorden de ansiedad. Entre las causas de que se desarrolle
este trastorno, se encuentran la vivencia de períodos de estrés,
tales como la hospitalización o enfermedad grave del propio niño o
de sus progenitores, o permanecer largos períodos de tiempo sin
verlos. También el hecho de ver películas o noticias acerca de
desapariciones o muertes violentas en el entorno familiar dispara
este tipo de trastornos.
Tanto
en el caso de la fobia escolar, como en el caso del trastorno de
ansiedad de separación es necesaria la intervención del psicólogo,
quien aplicará técnicas psicoterapéuticas basadas en la reducción
de los síntomas ansiosos y técnicas cognitivo-conductuales. El
pronóstico es favorable, sobre todo cuanto más temprana es su
aparición.