miércoles, 29 de agosto de 2012

La Hipertensión Arterial: Un problema grave, pero no urgente.

Iago López Gálvez
Médico de Familia.


     Este artículo pretende ser de ayuda para resolver algunas de las dudas más frecuentes que surgen en la población, en base a los motivos de consulta que observamos en el Servicio de Medicina de Familia del Centro Médico Pontevedra.


    Solemos observar tanto una fuerte alarma innecesaria en ocasiones por valores altos de presión arterial; como en otros casos opuestos una relativa indolencia debido a que la hipertensión no suele causar síntomas de ningún tipo, por lo que la persona puede percibirse "sana" pese a padecer una amenaza sobre su salud.

    Una cosa que deberíamos tener clara antes de explicar estas preguntas frecuentes es cuál es la principal consecuencia de la hipertensión. A día de hoy, la HTA ha dejado de considerarse una especie de simple "problema de fontanería" (presión alta en nuestros vasos). Actualmente consideramos que el problema es mucho más complejo, en el cual una serie de sustancias que liberamos (renina, angiotensina, aldosterona) juegan un complejo papel, siendo a la vez causa y consecuencia de estos valores tensionales elevados.

    En todo caso, la liberación sostenida y crónica de cantidades excesivas de estas hormonas, genera silenciosa y progresivamente un deterioro de nuestras arterias, favoreciendo la hipertrofia (engrosamiento) de sus paredes -incluyendo las del corazón-, con pérdida de su elasticidad natural y favoreciendo la aparición de placas de ateroma y aneurismas. Esta degeneración no va a ocurrir únicamente en nuestras coronarias, sino también en todas las demás arterias, siendo particularmente serio el daño en nuestras arterias carótidas (nutren el cerebro), las arterias retinianas, renales y de las de las extremidades inferiores.

    Es por ello que nuestra prioridad va a ser el control de ese exceso crónico de los valores de presión arterial, pues es este trastorno a largo plazo el que principalmente va a deteriorar nuestras arterias y por tanto el que va a agravar notablemente nuestro riesgo cardiovascular (es decir, el riesgo de sufrir un ictus, una angina de pecho, un infarto agudo de miocardio, insuficiencia renal, daños retinianos, etc).

    A continuación formularemos algunas de las preguntas que más frecuentemente se nos plantean en consulta, y que posiblemente Vd. también se ha planteado alguna vez:



    ¿Qué valores son normales y qué valores son excesivos?

     Se definen como normales los valores inferiores a 120/80 mmHg. Sin embargo no se consideran susceptibles de tratamiento los valores que no excedan los 140 mmHg de presión sistólica ("la máxima") o 90 mmHg de presión diastólica ("la mínima"). A partir de dicho límite hablamos de hipertesión arterial propiamente dicha. No obstante estos valores no son universales: en aquellos individuos con otros factores de riesgo cardiovascular (diabetes o enfermedad cardiovascular ya establecida) se aconsejan valores inferiores, para compensar el exceso de riesgo que esos factores les causan. Recuerde: la hipertensión es una enfermedad crónica. Una toma aislada de presión elevada, por encima de 140/90, no le convierte a Vd. en hipertenso.


    Me tomo la tensión en varios sitios (o con varios aparatos) y siempre me da distinta, ¿es normal?

    De hecho es muy frecuente, por varios motivos: comenzando por el mero hecho de que nuestra tensión varía a lo largo del día, pero también de nuestra situación emocional, del lugar en el que estemos, y por supuesto no todos los aparatos pueden estar igualmente calibrados.


    ¿Cuál es la manera más precisa de tomarme la tensión y evitar estos cambios?

    A día de hoy, tal vez el método más preciso para discernir si alguien es o no hipertenso, sea la MAPA (la medición durante 24 horas de nuestra tensión con un aparato específico). Sin embargo, este método es relativamente poco accesible y costoso para uso general. Por ello se considera aceptablemente preciso lo que denominamos AMPA (automedición de la presión arterial), realizada por el propio paciente con un medidor de la tensión arterial.


    La AMPA ofrece múltiples ventajas:

* Evita el efecto "bata blanca" (un porcentaje muy alto de los pacientes presentan en consulta valores en realidad más elevados de lo que tienen en realidad, por el relativo estrés emocional, ya sea por sentirse observados, por irritación por una espera prolongada, etc).

* Reproduce las condiciones de la vida diaria del individuo, haciéndola más acorde con las verdaderas tensiones, y se puede hacer a cualquier hora.

* Fácil manejo, no requiere asistencia al especialista.

* Son relativamente económicos. Se pueden adquirir aparatos de calidad por unos 55 euros. Después basta con calibrarlos con una frecuencia que no suele exceder el año.

* Los únicos requisitos son que el paciente realice bien la medición (postura corporal adecuada), que el medidor esté homologado y calibrado, preferiblemente "de brazo" (la tensión "de muñeca" es demasiado variable), y en caso de sospecha de error, realizar la medición de nuevo.


    Me he mirado la tensión y la tengo muy alta. ¿Debo ir inmediatamente al médico?

    En general, no se considera urgente una presión arterial que no rebase un valor de 200 de sistólica o bien 120 de diastólica.


    Hoy me han tomado la tensión por primera vez y la tengo alta. ¿Soy hipertenso? ¿Debo ir al médico?

    El hallazgo de un valor tensional alto no diagnostica hipertensión. Sin embargo debería comprobarse en los días siguientes si estos valores se repiten. De ser así, posiblemente estaríamos ante un caso de hipertensión arterial, y debería ser valorado por un médico para comprobar si es conveniente empezar un tratamiento.


    Soy hipertenso. ¿Puedo tomar café?

    Salvo en casos concretos, el consumo de cantidades discretas de café es aceptable, dado que la elevación de tensión que provoca suele ser discreta, y no suele durar más de dos horas.


    Soy hipertenso. ¿Puedo tomar sal?

    Al contrario de lo que ocurre con la cafeína, sí se ha constatado que un componente de la sal común (el sodio) eleva de un modo considerable la tensión arterial, y durante muchas horas. Por ello, la restricción del sodio en la dieta siempre va a formar parte del tratamiento de la hipertensión. De hecho, en muchos casos se logra un buen control sólo restringiendo el sodio, sin necesidad de tomar medicamentos. En la página web de www.fisterra.com pueden encontrar consejos muy útiles para restringir el sodio en su dieta.


    El médico me ha dicho que debo perder peso. ¿Qué tiene que ver eso con la tensión?

    A pesar de que parecen fenómenos independientes, lo cierto es que el aumento las células grasas, sobre todo las de la grasa abdominal, provocan una importante subida de la tensión arterial, siendo uno de los principales "culpables" de esta. También conlleva un fuerte aumento del riesgo de Diabetes Mellitus, que daña aún más nuestras arterias. Un número considerable de pacientes llega a controlar su tensión arterial por el mero hecho de adelgazar, sin llegar a usar fármacos antihipertensivos. Por supuesto, únicamente aquellos que ya tengan sobrepeso previo. Perder peso por debajo de los Índices de Masa Corporal recomendados no está aconsejado en ningún caso.


    Dicen que si hago ejercicio me sube la tensión. ¿Debo por eso dejar de hacer ejercicio?

    No; ¡todo lo contrario! El ejercicio aeróbico diario (caminar, trotar a ritmo suave, nadar, por ejemplo), puede subir la tensión durante el ejercicio; sin embargo produce un descenso de la tensión a posteriori, muy beneficioso. Y sobre todo ayuda en la tarea fundamental de ayudarnos a evitar el sobrepeso. Sí que están contraindicados los ejercicios anaeróbicos (velocidad, levantamiento de peso, etc.), a menos que tenga permiso expreso de su médico. Estos ejercicios sí pueden producir bruscas subidas tensionales (inocuas en deportistas, pero peligrosas en personas que ya tengan daño vascular).


    ¿Puedo notar cuándo me sube la tensión?

    En general no. La razón por la que algunos llaman a la tensión "El asesino silencioso" es porque no causa síntomas, a menos que estemos en una crisis hipertensiva. No obstante, tampoco es importante. Subidas puntuales de la tensión son normales en todos los individuos. Otra cosa es tener valores persistentemente elevados.


    ¿Qué es una crisis hipertensiva?

    Se define como tal, la situación en la cual la tensión en reposo alcanza un valor mayor de 200 en la sistólica (la "alta") o mayor de 120 en la diastólica ("la baja"). En estos casos sí puede producir síntomas tales como cefalea o sensación de embotamiento. Esta situación sí debería ser valorada por un médico en el día.



    En resumen, podemos concluir que la hipertensión es una enfermedad muy relacionada con nuestros hábitos de vida (dieta, ejercicio), aunque no exclusivamente; y que es de importancia capital en tanto que puede aumentar enormemente nuestro riesgo cardiovascular. Sin embargo, salvo en casos de urgencia, es una enfermedad en la que podemos y debemos tomar decisiones tranquilas y mantenidas, puesto que su mayor peligro está en su mal control a largo plazo.